martes, 4 de diciembre de 2012

Nadie conoce a Cogan


Hay mucho donde escoger en el catálogo de Libros del Asteroide pero para mí era La Editorial de Léo Malet. Rendido hace mucho ante las adaptaciones que Jacques Tardi ha hecho de los casos del detective Nestor Burma, me he abalanzado sobre los volúmenes que han ido apareciendo en castellano y espero salivando los siguientes. En ellos podemos ver el París de los años 40 casi adoquín por adoquín acompañando al lacónico Burma. Ahora Libros del Asteroide es La Editorial de Léo Malet y de George V. Higgins después de leer entre carcajadas y tensión Mátalos suavemente (Cogan's Trade, 1974).

En las reseñas que provocó la reciente adaptación de Andrew Dominik (aquí el tráiler) di con otra adaptación de un libro de Higgins hecha por Peter Yates (el de Bullit), The Friends of Eddie Coyle (1973), cuya ambientación me ha parecido muy similar a la de Mátalos suavemente. Ésta comienza con tres tipos planeando un atraco a un local clandestino de cartas. Es un golpe rápido, limpio y sustancioso, y, por si fuera poco, nadie sabrá que ellos son los responsables. Llevan a cabo el atraco y todo sale de acuerdo al plan. Por su parte, los dueños del local encargan la búsqueda de los culpables a Jackie Cogan, un tipo de quien nadie sabe muy bien qué responsabilidades tiene. Cogan es un sicario meticuloso y perspicaz y se lanza tenazmente a la caza de los atracadores. La trama se desarrolla así en dos direcciones: por un lado los atracadores han de mantener un perfil bajo y esperar; por otro Cogan investiga y descarta pistas falsas. Y todos son conscientes de que el cerco se estrecha progresivamente.

Dejando aparte algunas escenas de violencia descritas con mucho detalle, en Mátalos suavemente pasan pocas cosas. La novela se sostiene en la incontenible verborrea de sus personajes, criminales de medio pelo que no pueden evitar contarle su mierda de vida a quien tengan al lado, desde sus chanchullos en la cárcel hasta los polvos mal echados en libertad, pasando por los brillantes negocios que tienen pensados para un futuro próximo- en el cual se encuentra también, casi sin ninguna duda, la cárcel. Higgins dibuja magistralmente los diversos caracteres sólo dejándolos hablar, logrando momentos descacharrantes y a la vez de un agudo costumbrismo. El finísimo oído del escritor captó, durante sus años de abogado, el habla y las miserias de los bajos fondos de Boston. Sus delincuentes son avariciosos, mujeriegos, borrachos y drogadictos y sus debilidades los pierden. Menos Cogan. Él tiene la cabeza fría y cumple con sus obligaciones. Una magnífica novela negra que mantiene la tensión de fondo casi sin que nos demos cuenta.

George V. Higgins, Mátalos suavemente
Traducción de Magdalena Palmer
230 pp.
Libros del Asteroide

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