domingo, 27 de mayo de 2012

"Blood Rain": llueve sobre todos



Que los coreanos son unos maestros a la hora de realizar un thriller está sobradamente demostrado. Y después de ver Blood Rain (2005), de Kim Dae-seong, uno no puede sino ratificar este hecho. Bravo, coño, bravo.

A comienzos del s.XIX, en la pequeña isla de Donghwa, arde el barco que debía llevar el tributo al Emperador. El Gobierno envía al detective Won-Kyu para que investigue lo sucedido. La isla se ha enriquecido enormemente gracias a la industria papelera y el detective pronto se da cuenta de que todos los hechos, incluidos los atroces asesinatos que se van sucediendo, tiene que ver con Kang, antiguo patrón de la empresa que fue ejecutado por prestar ayuda a un católico. Por este crimen, el inquisidor imperial condenó a cada miembro de la familia de Kang a un tormento distinto. Ahora, un misterioso e implacable asesino está repitiendo esa cadena de atrocidades y el detective ha de pararlo.

La película va desgranando meticulosamente varios aspectos de la sociedad de entonces- y de la de ahora. En primer lugar, la superstición. El vicio de otorgarle un poder decisivo a los azares de la vida, restándole responsabilidad a las propias acciones. Y la consiguiente dependencia de talismanes y hechiceros (la hechicera de esta película es muy guapa, por cierto). Después tenemos el rechazo al capitalismo. El patrón Kang prestaba dinero a quien lo quisiera con unos intereses muy bajos, así que buena parte de la isla le debía dinero. Recuperar las letras de cambio es un buen móvil para asesinarlo- recordemos los estragos que esto mismo causó entre los judíos españoles. En tercer lugar aparece el delito religioso, representado por la ayuda prestada a los católicos. Esto se relaciona con la intensa xenofobia que recorre la isla, contra los forasteros en general y contra los occidentales en particular, siempre  sacudidos por ese miedo que parece común a todos los países asiáticos: la occidentalización.

Won-Kyu se enfrenta pues a un arduo problema. Concebido como una suerte de fray Guillermo de Baskerville asiático, su carácter no es lo único que recuerda a la novela de Eco: uno de los asesinados muere en una enorme tina, como uno de los personajes de El nombre de la rosa- si bien el crimen de Blood Rain es mucho más espectacular. A medida que avanza la película, la trama va tomando colores más oscuros para terminar en una visión tremendamente pesimista de la sociedad. Los nobles desprecian y pisotean al pueblo. El pueblo se deja arrastrar por sus pasiones convirtiéndose a menudo en populacho. Los intentos de mejora y de modernización de las relaciones sociales son sólo fachada, creando resentimiento y afán de venganza. Al final, todos los personajes aparecen degradados y propensos al crimen.

Una trama apasionante, con algún altibajo, una buena fotografía y una estupenda banda sonora hacen de ésta una película más que recomendable. No se la pierdan.

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