lunes, 14 de febrero de 2011

Anatomía del puro

Ahora que los fumadores han sido expulsados sin piedad del espacio público, supongo que el ingenio de la gente se agudizará para habilitar espacios donde poder darle al vicio. Los consumidores de cigarrillos pueden realizar el humillante ritual de salir a la intemperie para dar unas caladas, pero el aficionado al noble arte de los puros lo tiene mucho más crudo. El puro requiere tiempo y tranquilidad (dar cuenta de un puro de pequeñas dimensiones puede llevar media hora), y no puede apagarse y encenderse sin que pierda buena parte de sus cualidades. Supongo que los fumadores de puros (aun los que sean tan esporádicos como yo, que puedo estar meses sin llevarme uno a los labios) esperan impacientemente la llegada de la primavera y el buen tiempo que hará posible repantingarse en las terrazas de los establecimientos y fumar a mansalva.


Para los amantes del mundo del habano ha aparecido un libro en la editorial Larousse espléndidamente editado: Puros, escrito por Guillaume Tesson e ilustrado con fotografías de Luc Monnet. El libro realiza un completo repaso por el proceso y los lugares de fabricación del puro. Se centra especialmente en La Meca de los fumadores: Cuba, tierra nativa de maravillas como el Romeo y Julieta, el Partagás, el H. Upmann o el célebre Cohiba. El autor pasa de puntillas por la situación social y política de la isla y se centra en los misterios de la fabricación del habano: desde la plantación y la selección de la hoja hasta la deshumidificación y el control de calidad. Aunque hay salvación fuera de Cuba: encontramos cepas muy interesantes en la República Dominicana (el famoso Davidoff), en Nicaragua, en Filipinas o incluso en Camerún. Es cuestión de perseverancia el ir conociendo los variados placeres que el cosmopolita mundo del puro ofrece.


Aunque cada día se le ponen más trabas al fumador y su estatus social empieza a ser el de un intocable (no faltará quien dentro de poco le acuse de homicida), recomiendo muy vivamente iniciarse o, en caso de ya conocerlos, profundizar en los gozosos misterios del puro. Parece ser que cada vez más mujeres descubren este mundo e incluso se especializan en él, una gratísima noticia. La variedad de placeres y el goce que no dañe a los demás son las señas de identidad del hedonista. Nuestra divisa.

Puros, de Guillaume Tesson
Con fotografías de Luc Monnet
Larousse

2 comentarios:

  1. dímelo a mi, esperaba ansioso el sábado para jugar la timba de subastado y poder acceder al placer de fumarme un lancero, que tiempos aquellos...

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  2. Qué rabia da ver a vejetes que toda la puta vida habrán fumado el puro en el bar después de comer fumarlo ahora dando vueltas por la calle.
    Ya te digo, a ver si con el buen tiempo puede uno fumarse un puro al menos al aire libre... Qué ganas de echarme un H. Upmann 50 al cuerpo.

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