martes, 19 de enero de 2010

Sístole/diástole

a
Dedicado a Vittorio

Después de leer tanta novela descafeinada, tanto best-seller sin interés, resulta liberadoramente inquietante toparse con una voz tan personal, honda, irónica y afilada como la de la escritora mexicana Margo Glantz. La breve novela El rastro (finalista del Premio Herralde de Novela) nos sumerge en un fascinante mundo de dolor, carnalidad y música que cuesta abandonar aun terminado el libro.


Nora García regresa a la casa de su exmarido para asistir al entierro de éste, muerto de un ataque al corazón. Nora asiste al velatorio, la misa y el entierro mientras observa el comportamiento y la cháchara de los asistente. A esto se reduce la anécdota del libro. Lo realmente interesante son las obsesivas variaciones que Nora realiza a partir de una serie de temas, como la minuciosa descripción de los movimientos del corazón, de su constitución, del procedimiento de las operaciones cardiovasculares. El corazón protegido por la custodia de las costillas y el corazón. Nora mezcla las características físicas del músculo con las simbólicas, en un discurso zigzagueante y reiterativo que recuerda al de Thomas Bernhard (uno de los pocos escritores citados en el libro). Todo el libro puede considerarse un escolio al fenomenal soneto de Sor Juana Inés de la Cruz que se cita al comienzo:

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste;
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.

El otro tema fundamental es la música. Nora es violonchelista y su exmarido era pianista y musicólogo. Así, se desglosa la labor de un pianista obsesivo y maniático, como el propio discurso de Nora: Glenn Gould y sus extraordinarias grabaciones de las Variaciones Goldberg, especialmente la tardía de 1981, mucho más morosa que la de 1955. El relato de Nora avanza con variaciones, repeticiones, tristeza, perplejidad y sarcasmo. Glantz demuestra poseer una de las voces más impresionantes de la literatura en castellano. La imponente materialidad de su discurso, siempre atento al cuerpo, la suciedad, el dolor, no tiene parangón en el mundo de la literatura hispanohablante. Me he quedado con ganas de profundizar en la obra de esta autora. Seguiré informando.

POSDATA. Una vez publicado el post leo la entrevista que concede Claude Lanzmann a El País. Otra de mis cuentas pendientes es enfrentarme a las 9 horas de Shoah, que hace poco ha sido editada en DVD.

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