domingo, 22 de noviembre de 2009

Beethoven en su gloria

a
Querido S.:

Me entero por casualidad de que hoy 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, es el Día de la Música. Así que aprovecho para compartir contigo una de las obras más impresionantes que se han compuesto: la Missa Solemnis, op. 123 de Ludwig Van Beethoven.

Desde que la escuché por primera vez, en la versión de Barenboim con la Chicago Symphony Orchestra, he procurado encontrar la versión perfecta que aunase el buen sonido, la solvente dirección de la orquesta y, sobre todo, la potencia y solidez del coro. Así he pasado por las versiones de Karajan, Solti, Bernstein o Gardiner, buenas en general pero que no acababan de satisfacerme. Hasta que encontré la (para mí) versión definitiva: la dirigida por Otto Klemperer. Aunque este título es, por supuesto, provisonal y condicionado al hallazgo de una versión mejor. Mi siguiente objetivo es la interpretación de Karl Böhm.

Perteneciente a la última etapa de Beethoven, la de esa sordera prodigiosa en la que compuso las últimas sonatas para piano, los últimos cuartetos de cuerda y la 9ª Sinfonía, la Missa Solemnis refleja la particular religiosidad de Beethoven, un cristianismo poco ortodoxo mezclado con algunas corrientes ideológicas provinientes de la Ilustración. La colosalidad de esta misa la hace irrepresentable en una iglesia. La espectacularidad y el dramatismo del compositor están bien presentes, como puede verse en el soberbio Gloria. La crítica juzgó blasfema esta parte porque alababa demasiado alto al Señor, y es que Beethoven subió el tono del coro para ponerlo a la altura de la música. Escuchando esto uno casi llega a creer en dios. Casi.



Aquí tienes los enlaces para descargar (parte 1 y parte 2), tomados del interesante blog Aliomodo. En dicho blog encontrarás la contraseña para extraer los archivos. Con esto y un abrazo me despido.

Á.

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