domingo, 26 de abril de 2009

El camino a Abraxas


“Somos seres humanos. Creamos dioses y luchamos con ellos; y ellos nos bendicen.”


Querido S.:


Hermann Hesse (1877-1962) nació en una familia de profunda raigambre religiosa. Entre su ascendencia se contaban sacerdotes y misioneros que habían ayudado a hacer más accesibles los idiomas de la remota India. El joven Hesse chocó frecuentemente con la autoridad, provocando expulsiones de los centros donde estudiaba, dándose a la fuga e incluso siendo llevado por las autoridades ante sus perplejos padres, quienes no entendían qué funcionaba mal en el díscolo muchacho. Éste se debatía entre la vida familiar y la mundana, entre la ascesis y la disipación, la abstinencia y la ebriedad, dualidades que chocarían recurrentemente en su obra.




Demian comienza con una situación cercana a Dostoievski: el joven Emil Sinclair fanfarronea de unas fechorías que no ha cometido ante un compañero de estudios mayor que él, hecho que éste aprovecha para extorsionarle. Sinclair es hijo de una familia respetable, que le trata con amor y dedicación, por lo que sufre mil tormentos ante la perspectiva de que el matón revele sus supuestos delitos. Pronto se cruza en su camino una figura poderosa y fascinante: Max Demian, un nuevo alumno recién llegado a la ciudad, que vive sólo con su madre y de quien se cuentan muchos rumores por su apariencia madura y misteriosa. Un interés mutuo hace acercarse a los dos adolescentes y Sinclair descubre nuevas y sorprendentes intuiciones gracias a su nuevo amigo, quien además le libra del matón.



Las dualidades que atormentaban a Hesse se muestran desde el comienzo del libro. Sinclair oscila entre el “mundo claro” familiar, limpio, ordenado y amoroso, y el “otro mundo” que le llama poderosamente, el mundo lleno de peligro, violencia, ebriedad. En su primera charla, Demian le habla de la historia de Caín con un sentido completamente nuevo: el estigma en la frente de Caín existía antes del fraticidio, era una marca que lo distinguía de los demás hombres, una señal de superioridad espiritual. De hecho el asesinato del hermano sería un pretexto inventado ad hoc por los demás hombres para cubrir de ignominia a Caín, poseedor de una cualidad que los asustaba.


Demian y Sinclair también tienen una marca en la frente, invisible para todos pero que les hace atraerse el uno al otro. Demian le habla de un culto remoto y fascinante, el de un dios que reúne en sí a Dios y al Diablo: Abraxas. Sinclair profundiza en este mundo de la mano del músico Pistorius, incansable buceador de la historia más remota de la humanidad. Hesse insiste en que la educación del ser humano consiste en realizar todo lo que está latente en él, en desplegar sin trabas su naturaleza. Para ello ha de superar esas dualidades que se presentan en su camino, resolverlas en una síntesis superior. A tal fin no duda en mirar hacia otras tradiciones lejanas de la europea. También Cortázar en Rayuela habla de la abolición de esas dicotomías como la manera de trascender las limitaciones del pensamiento occidental. Es un ejemplo de la influencia que ejerció Hesse en las corrientes filosóficas y contraculturales de los años 60.


Al fin, Sinclair encuentra la figura que encarna todo lo que busca: la hermosa frau Eva, madre de Demian. Es la plenitud del principio femenino, madre y amante, sabia y cariñosa, en cuya matriz se vuelve a lo primordial e indiviso, la materia en la plenitud de sus atributos. La juventud de Sinclair termina con la llegada de la Gran Guerra y su llamada a filas. Es herido de gravedad y con su recuperación comienza una nueva etapa en su vida.


Demian es una obra autobiográfica muy lograda, que capta agudamente los temores y dudas de la adolescencia, el ansia de diferenciarse, la vacilación ante las novedades que ofrece la realidad. Una novela breve y muy recomendable. Así que dale candela, y con Burning Of The Midnight Lamp de Jimi Hendrix te dejo.




Un saludo,


Á.

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