miércoles, 21 de enero de 2009

Vasily Grossman

Estimado Á;


El otro día estuvimos hablando de Vasily Grossman. La lectura de su “Vida y destino” ha llevado a cotas insospechadas mi capacidad para ‘sentir’ con un libro. Sé que a ti te pasa con alguna película y que yo siempre te he dicho que nunca me había pasado a mí… con este libro ha llegado ese momento.


Vasily Grossman tiene una capacidad para trasladar al lector unos sentimientos que nos llevan de la libertad total de la estepa calmuca a la capacidad de traición de los provocateurs (que llegan a ser familiares o amigos íntimos), pasando por al omnipotente poder que puede sentir un tirano como Koba.


Creo que toda introducción es superflua:


¡La estepa calmuca! Antigua, noble, creación de la naturaleza donde no existe ni un color estridente, ni un solo trazo duro, abrupto, incisivo en su relieve donde a sobria melancolía de los matices que van del gris al azul pueden competir con el titánico torrente de colores del bosque otoñal, la estepa donde las mórbidas y apenas onduladas líneas de las colinas ejercen una fascinación mayor que las cordilleras del Cáucaso, donde los lagos avaros atesoran en su seno aguas antiguas, oscuras, tranquilas que parecen expresar la esencia del agua mejor que todos los mares y los océanos…

[…]

En primavera la estepa joven, cubierta de tulipanes, es un océano donde no rugen las olas sino los colores […]

Y en las noches de verano en la estepa puedes ver en toda su altura el rascacielos galáctico […] La estepa tiene una particularidad maravillosa. Esa particularidad vive en ella, invariablemente, ya sea al alba, en invierno, en verano, en sombrías noches de lluvia o bajo el claro de luna. Siempre y por encima de todas las cosas la estepa habla al hombre de la libertad… La estepa se la recuerda a aquellos que la han perdido”.


La hora de su poder (de Stalin) había llegado […]

[…]Se decidía la suerte de los prisioneros de guerra alemanes, que serían deportados a Siberia. Se decidía la suerte de los prisioneros de guerra soviéticos en los campos de concentración alemanes, quienes gracias a la voluntad de Stalin compartirían, después de su liberación, el destino de los prisioneros alemanes.

Se decidía la suerte de los calmucos y de los tártaros de Crimea, de los chechenos y los balkares deportados por orden de Stalin a Siberia y Kazajstán, que habían perdido su derecho a recordar su historia, a enseñar a sus hijos su lengua materna. Se decidía la suerte de Mijoels y su amigo el actor Zuskin, de los escritores Berguelsón, Márkish, Féfer, Kvito, Nusinov, cuyas ejecuciones debían preceder al funesto proceso de los médicos judíos con el profesor Vovsi a la cabeza. Se decidía la suerte de los judíos salvados por el Ejército Rojo, contra los cuales en el décimo aniversario de la victoria popular de Stalingrado, Stalin descargaría la espada del aniquilamiento que había arrancado de las manos de Hitler. Se decidía el destino de Polonia, Hungría, Checoslovaquia y Rumania. Se decidía el destino de los campesinos y obreros rusos, la libertad del pensamiento ruso, de la literatura y las ciencias rusas”.


.. Guétmanov dijo:

- Lo que nunca olvidaré, Piotr Pávlovich, es la manera en la que retrasaste el ataque […]. Hiciste esperar a Stalin, y así fue como penetramos en la brecha sin perder un solo tanque ni un solo hombre. Es algo que no olvidaré en la vida.

Por la noche […] Guétmanov fue a ver al jefe del Estado Mayor y le dijo:

- Camarada general, he escrito una carta donde informo de la actitud del comandante del cuerpo, que retrasó por propia voluntad ocho minutos el inicio de una operación decisiva, de grandísima importancia; una operación capaz de decidir el destino de la guerra. Se lo ruego, tenga en cuenta este documento.


Sigue con salud, tu amigo,


S.


Pd: Estoy terminando "Todo fluye", que se podría decir que es el colofón de "Vida y destino". Ya lo comentaremos.

1 comentario:

  1. Aquí me ganas, aún no he leído nada de Grossman. Espero algún momento de inspiración que haga olvidarme de que son 1000 páginas... Como complemento te recomiendo el libro de Tzvetan Todorov "Memoria del mal, tentación del bien" en el que se evocan varias vidas de escritores (Grossman entre ellos) que sufrieron en carne propia el horror del totalitarismo y aún así adoptaron una postura reflexiva y analítica ante él, es decir, hicieron un esfuerzo de lucidez para contar desde dentro los profundos abismos a que llegó el hombre el siglo pasado.
    Espero impaciente tu comentario a la otra obra de Grossman. Y ya es hora de que actualices.

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